Los elementos químicos que se utilizan para su conservación y los microorganismos patógenos que podemos encontrar en el medio ambiente (suelo, polvo, agua de riego…) pueden contaminar nuestras frutas y verduras; es por ello que antes de proceder a consumirlas hemos de manipularlas adecuadamente. Veámoslo paso por paso.
A la hora de elegir las frutas y verduras debemos fijarnos en que no tengan magulladuras ni daños externos y que tengan el color y brillo propio de su especie. Una vez elegidas, deberemos transportarlas separadas de otros alimentos como carnes y pescados, y también lejos de los productos de limpieza.
Por norma general, las frutas y verduras debemos guardarlas en la nevera, en la zona habilitada para ellas: los cajones, ya que son el espacio menos frío de la nevera y a su vez, hacen que se mantengan separadas del resto de alimentos. Cabe recordar que ciertas frutas (cítricos) y verduras (cebollas) por su naturaleza y período de maduración no necesitarán estar en el refrigerador, siempre y cuando vayamos a consumirlas en un período de tiempo corto. Si hemos comprado frutas y verduras cortadas o preparadas, siempre deberemos guardarlas dentro de la nevera.
La higiene a la hora de preparar frutas y verduras es imprescindible; tanto la higiene de nuestras manos, como la de los utensilios y superficies que vayamos a utilizar.
Al igual que en el transporte y la conservación, manipularemos las frutas y verduras separadas de otros alimentos, y deberemos tener especial cuidado cuando vayamos a consumirlas crudas.
Antes de empezar a manipularlas debemos limpiar y secar todos los utensilios que vayamos a utilizar, y acto seguido, limpiar y secar nuestras manos.
El siguiente paso será limpiar y secar las frutas y verduras. Pero, ¿cómo debemos hacerlo?
Aunque después vayamos a pelarlas, lo primero que debemos hacer es pasarlas por debajo del chorro del agua, para evitar que la contaminación de la piel pase al cuchillo y de aquí al alimento. Para frutas y verduras de cáscara dura como el melón, el pepino o el calabacín aconsejamos utilizar cepillos específicos. Una vez limpias, las secaremos con papel de cocina.
Hay algunos alimentos que no tenemos la costumbre de limpiar, aunque debemos tratarlos igual que el resto de frutas y verduras; se trata de las hierbas aromáticas frescas (perejil, albahaca…) y los brotes de semillas (soja).
Y por último, una recomendación para cuando vayamos a consumir fruta con piel o verduras crudas como lechugas, espinacas, pepinos, etc.: Sumérgelas en agua con una cucharadita de lejía (4,5ml) por cada 3 litros de agua, durante 5 minutos. Importante: la lejía debe estar etiquetada como “apta para la desinfección de agua de bebida”. Tras esta limpieza las aclaramos con abundante agua y ya estarán preparadas para nuestro consumo. ¡A disfrutar!
Gracias a la vacunación prevenimos gran variedad de enfermedades infecciosas. Y gracias a la introducción de determinadas vacunas en el calendario vacunal hemos conseguido erradicar enfermedades que antes causaban la muerte, tales como la Polio.
Sin embargo cuando viajamos nos exponemos a las enfermedades que haya en nuestro destino, es por ello que es importante conocer las enfermedades tropicales, la vacunación y las medidas profilácticas, ya que entre doce y trece millones de españoles viajan al extranjero año tras año y esta cifra sigue en aumento.
Dentro de nuestra vacunación rutinaria se administran una serie de vacunas:
Difteria/Tétanos/Tos Ferina (DTP)
Haemophilus influenzae tipo B
Hepatitis B (VHB)
Poliomielitis (VPI)
Sarampión/Rubeola
Son vacunas que habitualmente se administran en la infancia y suelen requerir una o varias dosis de recuerdo periódicas para mantener los niveles de inmunidad durante toda la vida. Sin embargo los adultos a menudo descuidan las vacunas de recuerdo (especialmente si el riesgo de infección es bajo).
Y por otro lado, tenemos las vacunas de uso selectivo, que serán las que se administren en función de los riesgos que podamos correr dependiendo del destino de nuestros de viajes; dentro de éstas se engloban:
Cólera
Encefalitis Centroeuropea
Encefalitis Japonesa
Fiebre Amarilla (obligatoria en determinados destinos)
Fiebre Tifoidea
Hepatitis A (VHA)
Meningitis Meningocócica (obligatoria en determinados destinos)
Poliomielitis (obligatoria en determinados destinos)
Rabia
Existen enfermedades como la difteria y la poliomielitis que en la mayoría de países industrializados están erradicadas, pero sí pueden estar presentes en otros países. Por esta razón entre las medidas preventivas que debemos tomar antes de viajar, debería estar la de incluir una dosis de recuerdo para aquellas personas que no hayan mantenido la pauta de vacunación establecida, o una serie completa de inmunización primaria para aquellas que nunca hayan sido vacunadas. De la misma manera, aquellas personas que habiten en los países donde estas enfermedades no hayan sido erradicadas, deberán vacunarse antes de salir del país para evitar la introducción de estas enfermedades en sus países de destino.
A la hora de preparar un botiquín para llevar en nuestras vacaciones debemos pensar en los riesgos más comunes que podemos correr; pequeñas heridas o quemaduras, picaduras, problemas digestivos, etc.
El farmacéutico nos aconsejará los productos más adecuados para nuestro botiquín en función de cada tipo de viaje (destinos exóticos, alta montaña, deportivo). En las siguientes líneas os daremos unas nociones básicas de cómo preparar nuestro botiquín
Después de nuestro último post, los primeros artículos que recomendamos meter en nuestro botiquín, son protectores solares, y a su vez, productos como el aceite de rosa mosqueta, el aloe vera o productos tipo after-sun, ya que nos ayudarán a rehidratar la piel y aliviar las zonas enrojecidas en caso de que nos hayamos quemado.
De la misma manera que lo hacemos en casa, el dolor y la fiebre los trataremos con paracetamol o ibuprofeno y si estos síntomas son consecuencia de un esguince o una distensión, aconsejamos la ingestión de analgésicos y tratar la zona afectada con pomadas antiinflamatorias.
Para las heridas necesitaremos productos sanitarios tales como gasas, apósitos, vendas, suturas adhesivas, un antiséptico como povidona yodada o clorhexidina, y unas tijeras.
En el caso de las picaduras, debemos tener dos tipos de productos dentro de nuestro botiquín:
* Por un lado los repelentes de insectos para evitar las picaduras, entre los que podremos elegir los de origen vegetal (citroneta, citridiol o piretrinas) y los de origen químico. Todos ellos disponibles en distintos formatos, como emulsión, gel, toallitas y roll-on…
* Pero si no hemos podido evitar ser atacados por los insectos, en el botiquín tendremos además un medicamento antipruriginoso que nos ayudará a aliviar el dolor y escozor. Para este fin recomendamos: dexclorfeniramina, tripelenamina, prometazina e hidrocortisona (corticoide de baja potencia), apis,ledum… No será necesario que tratemos con preparados antisépticos ni antibióticos, a no ser que se produzca una sobreinfección.
Si somos propensos a los mareos cinéticos, el tratamiento deberemos tomarlo entre 15 y 60 minutos antes del desplazamiento para evitar la aparición de síntomas y podremos elegir el tipo de medicamento en función del trayecto que vayamos a realizar. La Meclocina es recomendable para viajes largos, ya que su efecto es de larga acción y tiene la ventaja de no provocar somnolencia. En cambio, el Dimenhidrinato, es aconsejable en trayectos cortos y la somnolencia la podríamos atajar con estimulantes del sistema nervioso central como la cafeína. En homeopatía existen también excelentes remedios muy útiles para toda la familia (niños, embarazadas, ancianos…)
Por último, debemos prestar atención al sistema digestivo, ya que durante las vacaciones tendemos a cambiar nuestros hábitos alimenticios y nuestro cuerpo lo sufre, es habitual que suframos diarreas (incluso por el cambio de agua). Para el viajero, el principal problema sanitario asociado con el agua y los alimentos contaminados es la “diarrea del viajero”. Además de tener cuidado con el agua (evitar hielo, helados, lavarse los dientes con agua segura, hervir el agua para beber si se duda de su seguridad…), es fundamental disponer en el botiquín de medicamentos para combatir estas situaciones. Por esta razón en el botiquín no pueden faltar medicamentos antidiarreicos (soluciones de rehidratación oral), loperamida, carbón activo, racecadotrilo…, que ayudarán a evitar las deshidrataciones por vómitos o diarreas.
Si se sospecha que la diarrea es de origen infeccioso y va acompañada de vómitos, fiebre o dolor abdominal, es imprescindible consultar a un médico.
La rosácea es una enfermedad de la piel que se caracteriza por la presencia de flushing (crisis de enrojecimiento cutáneo) que acaba volviéndose permanente. Afecta sobre todo a la población adulta entre 30 y 60 años y sus señas de identidad son el enrojecimiento en zonas como la frente, la barbilla, las mejillas y la parte inferior de la nariz, a menudo acompañadas de una sensación de quemazón o escozor. La rosácea, a su vez, genera la aparición de pequeñas espinillas y la rotura de pequeños vasos sanguíneos del rostro (cuperosis). Se trata de un problema crónico que, además de los efectos cosméticos, tiene un importante componente emocional.
PRECAUCIONES:
Cuidado con el sol. La exposición solar suele ser el desencadenante facial mas frecuente, por lo que hay que utilizar siempre un fotoprotector solar de alta o muy alta protección.
Vigilar la temperatura ambiental. El fuego de la chimenea o tomar un baño demasiado caliente son circunstancias que pueden aumentar el flujo sanguíneo y, en consecuencia, el rubor facial. Por ello hay que intentar mantenerse lejos de las fuentes de calor, evitar las saunas y protegerse de las condiciones climáticas extremas.
Alimentación. Es importante que las personas con rosácea anoten todos los alimentos que consumen a diario, con el objeto de detectar y evitar aquellos que producen los brotes y que suelen ser los siguientes: picantes, comidas calientes pesadas, productos lácteos, chocolate, ciertos zumos de cítricos y alimentos con un alto contenido en histamina (quesos, berenjena, espinaca, vinagre y salsa de soja). Como norma general es conveniente controlar las bebidas alcohólicas y reducir la temperatura de las bebidas calientes.
Cosmética. Las pieles propensas a la rosácea suelen ser sensibles, por lo que se recomienda el uso limitado de productos que contengan alcohol o perfumes. Lo mas conveniente es hacer la limpieza facial con productos de alta tolerancia y secar el rostro con una toalla suave de algodón.
Ejercicio. Con moderación. Aunque la actividad física es uno de los mejores «oxigenantes» cutáneos, las pieles con rosácea deben tener en cuenta que el ejercicio intenso puede producir un sobrecalentamiento que, a su vez, dé lugar a un brote. Por ello, se recomienda la actividad física a primera hora de la mañana o por la tarde, cuando los rayos del sol no son tan fuertes.
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